viernes, 22 de enero de 2016

4.2.1. Describe las principales interpretaciones metafísicas y los problemas que suscita el conocimiento metafísico de la realidad.






Desde la antigüedad, los relatos mitológicos, filosóficos o científicos buscaron explicar el origen del universo como el pasaje de un caos original al orden. Solo un mundo ordenado parece garantizarnos comprender el sentido de lo real.
Pero entonces ¿hay un orden en las cosas?
¿O el hombre es quien ordena la realidad a su manera?
¿Por qué necesitamos ordenar el mundo?
¿Por qué el caos es lo malo y el orden lo bueno?
¿No refleja, tal vez, el orden, el interés del más poderoso?

El lenguaje es un gran dispositivo ordenador. Hablar es una manera de ordenar un mundo que, en sí mismo, no tiene orden.
Las palabras fijan los rasgos comunes de las cosas, comunes de acuerdo al criterio que alguien impone.
Cada vez que el lenguaje muestra, al mismo tiempo, esconde. 
La palabra "carrito", por ejemplo, hace referencia a todos los carritos posibles, los estigmatiza en su utilidad y destierra su singularidad. Un carrito sirve para llevar productos hacia la caja de un supermercado, y no para que los chicos se pongan a jugar. Una vez más, los niños desafían el orden.

http://www.encuentro.gov.ar/sitios/encuentro/programas/ver?rec_id=50587


En la antigua Grecia, los presocráticos se preguntan: 

¿cuál es el principio de todas las cosas? 
Proponen un fundamento material.
Por ejemplo, según Aristóteles, Tales responde que el "arché",
o principio fundamental de la realidad, es el agua. Anaxímenes postula el aire como primer principio de todas las cosas.
Anaximandro da una respuesta más sofisticada: "to ápeiron", que puede traducirse como 'lo indeterminado'.


Heráclito considera que la realidad es cambiante, lo único permanete es el cambio. ("No te bañarás dos veces en el mismo río")

“Este mundo, el mismo para todos, ninguno de los dioses ni de los hombres lo ha hecho, sino que existió siempre, existe y existirá en tanto fuego siempre-vivo, encendiéndose con medida y con medida apagándose.” (fragmento 51)

"La guerra de todos es padre, de todos rey; a los unos los designa como dioses, a los otros, como hombres; a los unos los hace esclavos, a los otros, libres." (fragmento 29).



Las respuestas materiales fueron dando paso a respuestas más abstractas, como la de Pitágoras, que propone como principio de todas las cosas a los números. En ese proceso, Parménides de Elea lleva la abstracción al extremo. Propone como fundamento último al mismo ser. 

"Es necesario decir y pensar que el ser es y que el no ser no es. Sólo este camino nos conduce a la verdad."

"Pero, si la nada no es, entonces– solo existe el ser y es lo único que existe".  El ser es único
, inmutable, inmóvil, indivisible y eterno.
Como consecuencia el cambio, el tiempo, la pluralidad y el vacío son considerados ilusorios. Así se introduce la distinción entre verdad y apariencia, verdad y opinión, y se otorga primacía a la razón sobre los sentidos


A partir de este momento los filósofos deben explicar cómo siendo el Ser inmutable, la realidad es múltiple y cambiante

Según Demócrito todos los cuerpos del universo son compuestos de dos elementos: Los átomos que son indivisibles, simples, inmutables y que se mueven azarosamente, y el vacio que los delimita y permite su movimiento. La diversidad de seres se explica por la diversidad de átomos: varían sus tamaños, formas y pesos.

Platón y Aristóteles rechazaron el atomismo. Por un lado el conocimiento de la naturaleza resultaba imposible, no es posible calcular las trayectorias y colisiones de infinitos átomos moviéndose en el vacío. De otra parte el Universo es el producto imprevisible de estas colisiones, el orden proviene inexplicablemente del desorden, del azar. No existe una Inteligencia que de orden a la materia ni finalidad alguna que permita comprender los procesos naturales.


Platón tiene una postura dualista. Existen dos mundos. 

Uno es copia imperfecta del otro.
El mundo de las Ideas es eterno, permanente y racional. Las Ideas son realidades únicas. No deben confundirse con los conceptos.
El mundo sensible es múltiple, cambiante y se capta con los sentidos. La materia es eterna.


Aristóteles considera que duplicar el mundo es arbitrario y crea más problemas de los que resuelve. 
Existe un único mundo formado por sustancias. Las sustancias están compuesta de materia y forma.
En cada ser podemos distinguir una parte permanente y otra cambiante. La parte permanente es la Forma, que lo define o caracteriza. La Forma es común a todos los miembros de una especie. La materia es cambiante, es lo que individualiza a las sustancias. 

La noción aristotélica de causa es más amplia que la actual; nosotros entendemos por causa sólo lo que Aristóteles llamaba causa eficiente y causa final.

Para entender cualquier sustancia debemos fijarnos en cuatro aspectos fundamentales (cuatro causas):

-la causa material o aquello de lo que esta hecho algo;

-la causa formal o aquello que un objeto es;

-la causa eficiente o aquello que ha producido ese algo;

- la causa final o aquello para lo que existe ese algo.

Aristóteles pone el ejemplo de una escultura: si se trata de una escultura del dios Zeus hecha de bronce por un escultor con la finalidad de embellecer la ciudad, la causa material es el bronce, la causa formal el ser el dios Zeus, la causa eficiente el escultor, y la causa final el motivo de su existencia: embellecer la ciudad.

En los seres vivos la forma engloba la causa formal, eficiente y final, pues los seres vivos tienen en sí mismos su principio de movimiento y su finalidad. Una semilla se transforma en árbol por sí misma.



La metafísica de santo Tomás toma muchos elementos del aristotelismo. De Aristóteles toma:

-La concepción analógica del ser, porque "El ser es uno pero existen muchas formas de ser" y la distinción entre sustancia y accidente.
-La teoría hilemórfica, la cual establece que las sustancias corpóreas están compuestas de materia y forma.
-La teoría de las cuatro causas de los entes móviles: material, forma, eficiente y final. Así como la interpretación teleológica de la realidad.
-La teoría del movimiento como el paso de la potencia al acto.

Sin embargo, lo más importante de la metafísica tomista, es la distinción entre esencia y existencia, que no procede de Aristóteles sino del concepto cristiano de creación.

La distinción entre la "esencia", lo que las cosas son y la "existencia", el hecho de que las cosas existan o no, establece la diferencia entre:

a) Los seres contingentes que están compuestos de esencia y existencia, ya que pueden no existir, y

b) El ser Necesario, Dios, que no puede no existir, ya que su esencia es ser.

Si las esencias (o ideas) no existen necesariamente en la realidad, tienen que recibir su existencia de un ser necesario, Dios, el cual es libre para crear o no a las criaturas.



Descartes
 dividió la realidad entre los seres espirituales y los seres materiales. La realidad física se puede explicar a partir de la materia y el movimiento, y se puede describir matematicamente con leyes precisas.

Los animales son máquinas programadas por la naturaleza.
Nuestro cuerpo también es una máquina regida por las leyes de la naturaleza. 
El alma, en cambio, es inmaterial y libre. 

Con esta concepción es necesario explicar cómo algo puramente pensante e inextenso puede actuar sobre algo extenso y mecánico.
La solución que dio Descartes es que el cuerpo y el alma se conectan en una zona concreta del cerebro, la glándula pineal.




El racionalismo considera que con el método adecuado se puede alcanzar la verdad absoluta. Los empiristas consideran que nuestro conocimiento no puede ir más allá de la experiencia (sensible), éste es su límite. Al considerar imposible la metafísica, los empiristas se dedican a cuestiones políticas, morales, religiosas, pedagógicas... Por primera vez surge una razón crítica que examina sus propios límites y posibilidades.

«Cuando tenemos un libro en la mano, preguntémonos: ¿Contiene algún razonamiento abstracto referente a tamaños y cifras? No. ¿Contiene algún razonamiento de experiencia referente a hechos y existencia? No. Entonces déjaselo a las llamas, pues no contiene nada más que pedantería y quimeras» David Hume


La lectura de Hume despertó a Kant de su sueño dogmático (racionalista). La razón elabora razonamientos, que relacionan juicios. Aspira a obtener conocimiento general. Las ideas trascendentales (Dios, el alma y el mundo) permiten unificar la experiencia. El alma unifica la experiencia interna, el mundo la externa y Dios ambas. 

La metafísica se basa en la razón, no nos proporciona conocimiento (no puede ser una ciencia), porque no podemos conocer lo que esta más allá de la experiencia. Si lo intentamos caemos en contradicciones o indeterminaciones.
La metafísica sirve para orientar nuestro conocimiento, proporciona un horizonte al que dirigirse.


Hegel identifica la realidad con lo cambiante y en segundo lugar, con lo inteligible, más que con lo material o lo sensible.

El idealismo de Hegel interpreta la naturaleza y la historia en función de la identidad entre lo real y lo racional, expresada mediante su célebre lema: "todo lo real es racional, todo lo racional es real". Es decir, lo real es el desarrollo de la idea y la idea es el desarrollo de lo real.

Hegel piensa que la razón es espontáneamente dialéctica. Apenas ha afirmado una cosa, tiende a negarla o a contradecirla y luego a superar esa contradicción. Por tanto el movimiento dialéctico del pensamiento es:

1. Tesis: afirmación simple.

2. Antítesis: negación de la tesis.

3. Síntesis: superación de la oposición anterior.

El movimiento dialéctico del pensamiento es infinito: toda síntesis, se convierte en una nueva tesis, que llama a una antítesis, y así sucesivamente. 

(En el mundo griego la dialéctica era el arte de discutir )

Hegel considera que la Idea o Dios se niega a sí misma y a su infinitud transformándose en Naturaleza, la cual a su vez se negará de nuevo dando lugar a una realidad superior el mundo del Espíritu. A su vez, el Espíritu se desenvuelve en procesos dialécticos hasta culminar en el Espíritu Absoluto mediante la propia filosofía. 



Marx toma el concepto de dialéctica de Hegel pero elimina toda la interpretación teológica, considerando que la dialéctica tiene como sujeto la naturaleza y de la historia.

Frente a las concepciones de la historia que la hacen depender de los ideales políticos o religiosos o de los "grandes personajes históricos",  para Marx la historia es el resultado del modo en que los seres humanos organizan la producción. 

La estructura económica constituye la base real de la sociedad. En ella se distinguen las fuerzas productivas y las relaciones de producción (propiedad).

La estructura económica determina la superestructura ideológica, el conjunto de ideas, mitos y valores de la sociedad. La ideología dominante corresponde a la idelogía de la clase dominante y sirve para justificar la estructura económica.


La historia avanza a través de las contradicciones y luchas. Cuando el desarrollo de las fuerzas productivas choca con las relaciones de producción, aparece la necesidad de la revolución o el cambio social que transformará la superestructura ideológica.


El materialismo dialéctico no se encuentra explícitamente en Marx sino en Engels y posteriormente en Lenin y Stalin. Consiste en aplicar a la naturaleza el método dialéctico:

1. Ley del tránsito de la cantidad a la cualidad: cuando los cambios cuantitativos adquieren un nivel crítico, se produce un cambio cualitativo. Engels ilustra esta ley con el ejemplo del agua que se calienta gradualmente hasta que en un momento decisivo se convierte en vapor. La vida se produce por un salto cualitativo de la materia inorgánica.

2. Ley de la unidad y lucha de los contrarios: todos los elementos de la naturaleza incluyen en su interior contradicciones, fuerzas antagónicas que dan lugar a nuevos cambios.

3. Ley de la negación de la negación: en términos de Hegel, tesis, antítesis y síntesis, en términos marxistas, afirmación, negación y negación de la negación. La negación no es negación pura y simple sino asimilación de lo negado. Engels pone el famoso ejemplo del grano de cebada: si lo consumimos lo negamos sin más, pero si lo plantamos de él sale la planta, que es su negación, y de la planta nuevos granos (negación de la negación).

Con el materialismo dialéctico el marxismo se opone al materialismo mecanicista, para el cual las realidades superiores pueden ser explicadas con categorías propias de las inferiores.





El cristianismo considera la vida como algo injusto, que debe ser redimido en el más allá. Para Nietzsche la vida es pluralidad que justifica todo y que todo lo afirma, incluso el sufrimiento, porque esencialmente la vida es voluntad de poder:

“¿Queréis saber qué es para mí el mundo? Es un monstruo de fuerza, sin principio ni fin, una magnitud férrea y fija de fuerzas que ni crece ni disminuye, y que únicamente se transforma [...], un juego de fuerzas y ondas de fuerza [...], un mar de fuerzas tempestuosas que se agitan y transforman desde toda eternidad y vuelven eternamente sobre sí mismas en un enorme retorno de los años [...] Este es mi mundo dionisíaco, que se-crea-eterna mente-a-sí-mismo, y que se destruye-eternamente-a-sí-mismo, este mundo enigmático de la doble voluptuosidad; mi más allá del bien y del mal, sin meta, a no ser que exista una meta en la felicidad del círculo, sin voluntad; a menos que un anillo tenga buena voluntad respecto a sí mismo ¿Queréis un nombre para este mundo?¿Y una solución para todos sus enigmas? ¿Queréis una luz para todos vosotros los desconocidos, los fuertes, los impávidos, los hombres de medianoche? - Este mundo es la voluntad de poder, y nada más que eso. ¡Sed vosotros también esa voluntad de poder - y nada más que eso! “

La vida no es más que un juego cósmico de construcción y destrucción de fuerzas, no de cosas ( ficciones producto de un engaño del lenguaje). Este mundo es el único mundo:

"Inventar fábulas acerca de "otro" mundo distinto de éste no tiene sentido, presuponiendo que no domine en nosotros un instinto de calumnia, de empequeñecimiento, de recelo frente a la vida"

Nietzsche nos conmina a “permanecer fieles a la tierra”, evitando la huida de lo trágico de la vida recurriendo a entidades metafísicas o ideales. La idea de Dios surge de la escisión entre un mundo sensible (tangible, real) y un mundo suprasensible (intangible, no real) que se toma por “verdadero” y que termina justificando y siendo el fundamento del mundo real. 
La metafísica condujo a la negación del mundo real. 

La tesis “Dios ha muerto” significa que su lugar (lo suprasensible) ha sido eliminado y no puede ser ocupado por ninguna otra cosa (ciencia, progreso...). Es necesario asumir que la vida no tiene finalidad, ni meta, ni salvación.



Según el Positivismo, fundado por Augusto Comte en la segunda mitad del siglo XIX, el espíritu humano pasa por tres fases o estadios: teológico, metafísico y positivo. El primero es un estado preparatorio, el segundo transitorio y el tercero es el definitivo.

En el estado teológico se pretende dar respuestas absolutas a todos los fenómenos que resultan extraños. Busca las explicaciones en elementos sobrenaturales. Domina la imaginación.

En el estado metafísico se explica la naturaleza de las cosas con entidades abstractas, inmutables y necesarias. Sigue manteniendo explicaciones absolutas. Es una fase destructiva y crítica, que ha servido para debilitar el sistema teológico. Domina el razonamiento.

El estado positivo es la última etapa del desarrollo del espíritu humano. No se busca el por qué de las cosas, solo interesa la descripción de la regularidades de la realidad. La imaginación se subordina a la observación y se renuncia a las explicaciones absolutas.


El neopositivismo en la primera mitad del siglo XX, pretende fundamentar el conocimiento sobre la ciencia y mediante la construcción de un lenguaje lógicamente perfecto.

Hacen una critica más radical a la metafísica que el empirismo. No se trata de demostrar que los problemas metafísicos son insolubles e incomprobables. Los problemas metafísicos en realidad no existen, son falsos problemas o pseudoproblemas que surgen de un uso incorrecto del lenguaje. Más allá de lo que podemos conocer científicamente, no es necesario buscar respuestas, porque no existe problema alguno que podamos plantear.








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